Claudio Ranieri quiere vengarse del Chelsea

Cinco años se cumplirán de la salida de Claudio Ranieri de Stamford Bridge. En mayo de 2004, once meses después de comprar a Ken Bates el Chelsea, a Roman Abramovich no le tembló el pulso a la hora de cesarle. Le agradeció los servicios prestados pagándole cerca de ocho millones de euros y ni se despidió de él mientras negociaba el fichaje de José Mourinho. Hoy regresa el italiano a Stamford Bridge con muy buenas palabras pero muy malas intenciones. Sin expresarlo abiertamente, Ranieri no olvida la manera en que Abramovich le humilló con aquel despido y expulsar al Chelsea de Europa sería su mejor venganza.
Y es que no es un secreto que la Champions se ha convertido en, más que una ilusión, la mayor obsesión del propietario del club inglés. No tiene, probablemente, la carga legendaria del duelo que ayer abrieron en San Siro Inter y Manchester United, pero de la misma forma que no puede discutirse la historia de la Juventus, el potencial del Chelsea está ahí a pesar de que hasta hace una década no pudiera codearse con la aristocracia del fútbol continental. Y en apenas diez años la Champions ha pasado de ser una utopía a convertirse en una agonía en Stamford Bridge. Dos veces semifinalista con Mourinho en el banquillo, la pasada campaña alcanzó con Avram Grant la final y un resbalón de John Terry (además del error de Anelka) en la tanda de penalties dejó al Chelsea sin el ansiado trofeo.La Juve, que tiene dos títulos en su palmarés, ha vuelto a Europa después de pagar con su descenso a la Serie B los métodos mafiosos de Luciano Moggi. Y con un presupuesto ínfimo al lado de Milan o Inter vuelve a jugar entre los más grandes.

Sin Ashley Cole el Chelsea ni Nedved la Juve, Ranieri celebró al menos tener la oportunidad de elegir a sus delanteros mientras Hiddink volverá a confiar en la pareja que forman Anelka y Drogba, dejando otra vez en el banquillo a un Deco que, poco a poco, pierde protagonismo en Londres.¿Favorito? ¿Alguien se atreve a apostar en contra de la Juve? Ni Abramovich, al que no le llega la camisa al cuerpo, es capaz. (Fuente sport.es)

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